lunes, 1 de marzo de 2010

Mi nueva bici, capítulo chorrocientos

Fruto de una noche de alcohol y desenfreno (pero no por mi parte) mi bici boxmiriana sufrió un percance que me dejó un jueves con cara de lela delante de una bici lo más parecida a un muelle. Algún gigante holandés se debió caer encima o le cayó gorda la pobre. Así que a caminar.
En un intento de salvar su triste vida me la llevé a cuestas al taller que está al final de la calle casi. Estaba de cuadro yo tirando de "eso", por llamar al amasijo de alguna forma. Ya cuando me quedaban unos 100 metros como máximo un chico se apiadó de mi y me dijo que la llevara a un taller que estaba ahí cerca. Ja, me parto, le tenía que haber dicho. En cambio solo le contesté que era ahí donde iba. Y me ayudó a llevarla hasta el callejón.
Una vez allí el mecánico me dijo que no podía hacer nada por su vida. Yo supliqué "no, por dios, tienes que hacer todo lo que esté en tu mano, no puedo perderla". Pero fue inútil.
En cambio le di pena al chico (fíjate tú, tengo una cara que hace que le dé penilla a los chicos y me ayuden con la maleta, con la bici... lo malo de esa cara es que también hace que los solidarios y los religiosos me paren a darme el coñazo :S) y me dijo que conocía a un hombre mayor que dedica el tiempo libre a hacer bicis de segunda mano. Mira, otros jubiletas se dedican a pasear al perro. Este tiene un hobby que a mi me ha venido de perlas.
El mecánico buenorro (ah, ¿que no lo he dicho? es el primer holandés del que me he enamorado a primera vista, mira que estoy por romper la bici para volver...) me dijo que él llamaba al hombre y me conseguía una bici barata.
Y lo prometido es deuda. Hoy me estaba esperando una bici monísima por 60 euros y con todo, todo, todo: el timbre, las luces, el cepo, los frenos en el manillar como dios manda y hasta me han bajado el sillín para que no me parta la cabeza a las primeras de cambio. Así me gustan las compras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario